20 de noviembre de 2011

El Abanico...


Un día se levantó, como cualquier otro día. Pero no fue un día mas. Ese día, sin saberlo iba a ser el primer día de una nueva vida que él desconocía. Un maravillosa vida que le aterraba, pues lo desconocido revoloteaba por todos los rincones de la casa.

Era el momento de tomar la decisión más difícil de su vida hasta ese momento, era absurdo, inútil y auto-destructivo continuar con aquello, todos lo sabían, él lo sabia, pero no podía aceptarlo.

No podía aceptar que había echado varios años de su vida a la basura, que había desperdiciado su tiempo en alguien que se había convertido en una máquina de causar dolor.

Era como un ludópata, que continuaba echando monedas a aquella relación pensando que algún día le daría algún premio. Pero no. Lo único que hacía era vaciarle y dejarle sin monedas el corazón. Pero él, como un tonto, a seguir soltando todo su amor a cambio de lágrimas perdidas en el vacio de la soledad, a zapatazos en la boca, a sentirse ninguneado, vilipendiado, por un amor que no era tal. Pues aquí, el único que amaba era él.

El amor siempre es de dos, ni de tres, ni de uno. Por que una relación donde uno ama y el otro se deja amar, no es una relación. Si yo te quiero a ti, y tú te quieres a ti, no hay relación. Amar sin ser correspondido, no es una relación.

Y de repente un día empezó a despertar del letargo que había vivido, el enamoramiento se hizo más liviano y empezó a clarear la verdad por entre la venda de los ojos. Al principio, simplemente ignoró lo que vio y sintió, pero poco a poco fue cobrando importancia, y todo aquello empezó a causar dolor y más dolor. Todos sus pequeños desprecios cotidianos, ya no eran en balde, ahora había alguien que se percataba de que aquello no funcionaba, y se empezó a dar cuenta de lo poco que importaba en su vida, y eso le dolió, pero no lo aceptó y continuó como si tal cosa, sus caricias y muestras de afecto ahora ya eran metódicas, un beso en los labios para irse, una palmadita en el culo para pedirle algo. Simple y pura costumbre. Ahora lo veía. Antes no.

Todo esto lo tragó con resignación, y aunque en el fondo sabía que le estaba ofreciendo las migajas de un amor que daba pena, él siguió ahí con el corazón en un puño, con más falta de cariño que un huerfanito que no ha conocido madre. Una falta de cariño que no fue cubierta. Un cariño que nunca llegó.


Entonces, abrió los ojos y se quedó aterrado! Todo lo que envolvía su vida, era la vida de su pareja, su amor. Familia, amigos, circulo social... todo se había fundido en estos años convirtiéndose en uno. Ya no tenía vida propia, ni amigos propios, se quedaron en el camino...

Su mente era un hervidero de preguntas y afirmaciones. Si terminaba con la relación, estaba sentenciando a muerte otras que no quería que terminaran, su familia que le adoraba, los amigos de su pareja, que ya eran suyos también, a los que quería y admiraba, todo cambiaría, todo desaparecería.

Y se quedaría solo, por que ahora se daba cuenta, que cegado por el amor, fue él quien abandonó su vida para vivir otra que no le pertenecía, fue él quien cambió, quien dejó de reír, quien se amoldó a las nuevas circunstancias. Por la otra parte, no había cambiado casi nada. Pobre ignorantes! ¿como le había podido haber sucedido aquello? ¿como no se dio cuenta?

La cuestión es que ya estaba hecho, no había vuelta atrás, no podía darle a rebobinar a su vida y volver al inicio de todo aquello. Solo podía pulsar el stop y parar la película.

Pero el terror que le causaba la visión de la soledad, era tal, que no era capaz de dar un paso en firme, para coger las riendas de su vida. Simplemente por que creía que no había riendas en su vida. Su vida no existía. Por que se había olvidado de su existencia. Se había dedicado tanto tiempo a otra persona que se sorprendió un día al verse reflejado en un espejo. Acabado, con la mirada triste y perdida. Ni rastro de felicidad.

-¿quien es ese? - se preguntó - Eres tú! Imbécil! -se respondió.

La soledad, el miedo a lo desconocido, a empezar de cero, el dolor de la despedida, todo eso se fundió, para confundir su corazón y crear en sensaciones de pánico hasta ahora desconocidas. Sensaciones que le invadieron, sensaciones que le hicieron derramar litros de lágrimas y que le bloquearon cualquier capacidad de reacción.

Pero lo que no sabía y que poco después descubrió, es que al afrontar algo así, lo que realmente estaba sucediendo, era que la vida, le esta obsequiando con un maravilloso y colorido abanico.

-¿un abanico? ¿y para que quiero yo ahora un abanico? ¿para el sofoco? -No.

Un abanico lleno de posibilidades, de nuevas experiencias. Un abanico lleno de nuevos colores, de nuevas aventuras, pues esto no es más que el principio de algo mejor que le iba a pasar. Pero eso, él por ahora no lo sabía.

Que por muy malo que fuera el futuro, seguro que no sería peor que la mierda de vida que estaba viviendo.

Y pronto se dio cuenta de lo poco que tenía, con lo poco que se conformaba, que como podía vivir con aquello, donde un nada de hoy es mucho más que todo lo que tenía con aquello.

Así que cogió el abanico y echó a correr, hacia ese futuro incierto que le aterrorizaba. Hacia esa nueva vida empezaba. Una vida mucho más y mejor.

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